Columna Reloj de Arena
“LA ALUMNA”
Llega con afán y precipitadamente al momento de abrir la puerta
del salón por parte de Marín, Calle, o cualquier otro guardia de seguridad; la
mayor de las veces llega tarde y saludando con elegancia felina como si nada… ubicándose
invariablemente en los pupitres de atrás cerca de las ventanas y a la diestra
del profesor; se acicala con fervor de fémina coqueta después de haber sido
saludada por todos en los caminos del campus y el hall de entrada al edificio.
Apreciada por la mayoría de compañeros y profesores, llega incluso sin ningún
pudor a utilizar la mesa del profesor y su asiento.
Cuando esta peculiar alumna está inquieta revisa todas las
ventanas, sale y entra antes de ubicarse cómodamente en su pupitre
universitario, para luego relajarse hasta lograr una concentración profunda, pareciera
ver sus pensamientos sintonizándose con las ideas del discurso de la cátedra y se
colgaran en la estructura de razonamiento del profesor, se tensaran en las
preguntas y se distendieran en las respuestas. Tengo entendido que asiste
asiduamente a casi todas las clases, de todos los niveles, estudiante aventajada y dedicada como ella es raro
ver, además de popular en la facultad, todos la saludan con cariño.
Impresiona para quienes no la conocen la atención que logra en clase:
clases magistrales de los profesores de teoría de la historia, de filosofía, de
la historia de las escuelas, de las ordenes mendicantes, de las identidades
colectivas, del constructo de nación, la historia de la política, las
divagaciones de la interdisciplinariedad y tansdisciplinariedad, la
metodología, la estructura colonial, el i-mago, etc. todas estas hipótesis
vertidas con la brillantes de sus exclusivos docentes, son verdaderas redes
tejidas en la diatriba del pensamiento superior, y se convierten para ella en
hamaca donde sus sueños se mecen, al ritmo del análisis.
Es bastante desprendida aunque no lo crean, quienes no la conozcan
pensaran que busca el reconocimiento académico que le pueda entregar una
universidad de alta calificación como la Valle , que esta buscando desesperadamente una
graduación laureada, una beca en España, Francia o en el Canadá, en fin, que su
dedicación y zalamería es para conseguir las mejores notas de los cursos, no,
es por otra cosa, que no es una búsqueda altruista aclaro, no, es una búsqueda
personal y egoísta, lograr la mayor concentración de sus sencillos pensamientos,
arrullando su pequeña mente en un rincón de las poderosas ideas de los especialistas,
magísteres y doctores que visitan la facultad de Humanidades. Su mayor
objetivo, su más grande deseo después de comer bien y de ganarse los mimos de
sus inmejorables amigos, es darse una buena siesta arrullada en las palabras de
los profesores.
Cierta vez un profesor invitado intento hacerla salir de la clase
después de haber llegado tarde -como siempre-, pero sus compañeros y compañeras
de maestría abogaron por ella, y el catedrático español en pose de reconvención
monacal y acento sevillano firme, señalándola con el índice derecho como si
intentara clavar unas banderillas, atino a preguntarle lo más amablemente posible ¿ya habéis firmado? - la lista la asistencia-. Esta alumna o más bien asistente, logra acunarse en el ambiente etéreo tejido
con las delicadas fibras del pensamiento, arroparse con el manto fino del discernimiento
en el escaso y privilegiado lugar de los estratos más oligárquicos y
segregacionistas que existe en la humanidad. Y todo para un solo fin, dormir
clase. Si, dormir clase placidamente en el fondo del salón, cual felina
privilegiada, acostada y enroscada hasta la cola, “mirringa mirronga, la gata candonga” diría Pombo. Nuestra mascota “Clío”,
la gata gordita de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle en
Cali.
Hernán Ordóñez Valverde
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