lunes, 10 de diciembre de 2012

"Carlos Alfredo Cabal" -Columna Reloj de Arena-




HOV 1621 29 11 2006.
Reloj de Arena

CARLOS ALFREDO CABAL

Una de las cosas del mundo-mundano que más disfrutaba Carlos Alfredo era la buena comida, sobre todo la china, contaba Pedro J. Ordóñez, mi padre, de la época en que fueron concejales de Buga por el Nuevo Liberalismo. El Centro Democrático fue tal vez el primero y el último directorio político que se fundó con ideales de cambiar las costumbres de la politiquería clientelista, en antagonismo con los caspetes que se montaban y sigue montando la clase política corrupta, para vivir al lado del establecimiento.

En esas comidas rociadas en excesos de salsa de soya, después de la sesiones del concejo fue que Carlos Alfredo y Pedro J. que en paz descansen, estrecharon una amistad que comenzó por conveniencia, se conocieron y compartieron ideales de hombres valientes, desprendidos y generosos. De Carlos Alfredo se puede decir sin temor a equivocarse que era un príncipe, de nobleza antigua y modales finos, conquistaba con la palabra y también con la sonrisa, y sobre todo porque la gente, el pueblo, y sus amigos, sabían que no engañaba y menos traicionaba; pero eso que fue su fortaleza, que lo distinguió entre la barbarie de la politiquería, que lo diferencio de los avivatos hambrientos de corrupción, fue también su debilidad.

Un hombre acostumbrado por naturaleza al juego limpio, abierto, con reglas, fue presa fácil de la trampa aviesa, ahí fue cuando sus escuderos, Eduardo Arce, Henry Delgado, Arana, Dora, Molina, la leal secretaria de los Cabal y muchos más entraban en acción, asesorándolo y protegiéndolo, mientras aprehendía. Mi padre en el concejo hizo otro tanto, rotándose en el combate, Carlos Alfredo elevaba el debate a cumbres intelectuales, y cuando llegaba el ataque rastrero abandonaba la curul y entraba su suplente, Pedro J. también hábil en peleas callejeras, enfrentaba y desarmaba la intención oportunista, por eso uno de los concejales contendores los definió después de una noche memorable en el Concejo, así: “Felicitaciones Dr. Ordóñez, el Dr. Carlos Alfredo y usted, son unos señores invencibles y brillantes en el debate de las ideas, de la inteligencia, pero nosotros tenemos la coalición, los votos, el poder…”

Después de las agotadoras campañas electorales de resultados exiguos, de la disputa tenaz entre los dos directorios del nuevo liberalismo en Buga que gano el de políticos prácticos y curtidos, consiguiendo la bendición directa del Dr. Luis Carlos Galán, por encima de los ideales románticos del Centro Democrático. Carlos Alfredo empezó a entender que la lucha era larga y tal vez infructuosa, como lo demostró y corroboraría siniestramente el tiempo. Su desilusión más agria, fue los resultados de la conciencia del pueblo, pues la debilidad, el hambre, la falta de oportunidades hizo que no entendieran las ideas de renovación, y se vendieran fáciles, por nada. Fueron momentos difíciles, la decisión de abandonar Buga y el movimiento fue más fuerte, no pudimos convencerlo que se quedara, se fue a Bogotá a seguir intentando con las ONG’s, con el Galanísmo y la política de la capital, a eso se dedicó hasta el trágico y absurdo momento de su muerte hace 20 años, en manos de un psicópata contagiado en una guerra extranjera, en el restaurante el pozzeto.

Parece que el destino se burlara de nosotros, aplazando no se sabe hasta cuándo los cambios necesarios para esta sociedad enferma. Parece que Dios le diera la razón a los malos llevándose a los buenos, y dejándolos hacer y deshacer, dejándolos vivir con privilegios de señores, cuando se sabe que son parásitos. Carlos Alfredo Cabal, una estrella fugaz de buen augurio, un político del pasado con ideas democráticas para el futuro, como Galán que sigue viviendo en Colombia, y Carlos Alfredo en el corazón de los muchos, que tuvimos el privilegio de conocerlo.

Hernán Ordóñez Valverde.
Columna Reloj de Arena -Periodico La Variante Tuluá 08 de diciembre de 2006-